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La mariposa monarca amenazada por el glifosato

La mariposa monarca tiene un verdugo: el glifosato. Esa sustancia tóxica, con daños probados a la salud humana, forma parte insustituible del tinglado de la agricultura industrial de Estados Unidos y ha sido fundamental en la disminución de las poblaciones de esos coloridos lepidópteros trinacionales.

Hasta 2007 se creyó que, como siempre, el mal estaba en el país en desarrollo. Canadá y EU culpaban a la deforestación en México. Pero ocurre que ese año se puso prácticamente fin a la tala ilegal, que en los siguientes años se ha mantenido más o menos a raya.

Sin embargo, a mediados del año pasado, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn) incluyó a la mariposa monarca en la lista roja de especies en peligro de extinción, debido “a la destrucción de su hábitat y por el cambio climático”.

En la disminución significativa de la mariposa monarca, que tarda varias generaciones en sus trayectos de ida y vuelta entre el sur de Canadá y los límites de Michoacán y el Estado de México, ha sido clave el agrotóxico que actualmente es parte de una ruda disputa comercial entre EU y nuestro país.

Lo escribió de manera inmejorable Eugenio Fernández Vázquez, en la Revista de la Universidad (2017): “Entonces llegó el glifosato, diseñado explícitamente para acabar con ella (con la asclepia o algodoncillo, la única planta en que la monarca deposita sus huevecillos). Lo único que sobrevive a ese veneno son las plantas modificadas genéticamente para resistirlo. Hoy, las mariposas monarcas que logran llegar más allá del río Bravo son muy pocas.

“Ya no se usa DDT, pero sí glifosato y otros tóxicos similares, que tienen nuevas víctimas. La mariposa monarca, que lo había resistido todo, está amenazada por la agricultura industrial”.

Quizá si la monarca fuese un insecto feo no se dedicarían tantos esfuerzos a su protección, ni habría preocupación por el daño que sufren sus poblaciones en el centro de EU, donde el algodoncillo, una planta que había resistido un siglo de agricultura industrial ha sucumbido frente al glifosato.

Este martes se presentaron en la Semarnat los datos más recientes sobre la superficie que ocupó la monarca en el ciclo 2022-2023, dado que hace unas semanas comenzó el vuelo de regreso del insecto.

Jorge Rickards, director de WWF México, organización que desde hace casi dos décadas participa en el monitoreo de la superficie ocupada por el insecto, dijo que una vez que México logró el control de la tala ilegal “le volteamos la tortilla a EU”.

El experto informó que hay estudios científicos que demuestran la correlación entre la disminución de asclepia y la de mariposas monarca. Entre 1999 y 2010, dijo, la población de la planta disminuyó 58 por ciento en EU, en tanto que la de mariposa monarca se redujo 81 por ciento.

Humberto Peña Fuentes, titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y Gloria Fermina Tavera Alonso, directora de conservación de la misma institución, informaron de las acciones realizadas durante el periodo, en coordinación con las comunidades asentadas en las zonas donde se ubican los santuarios de la mariposa.

Tales acciones van desde patrullajes de la Guardia Nacional hasta impulso de una marca común que emplean artesanos y productores de las zonas ubicadas en los santuarios, así como acciones de reforestación y combate a la tala ilegal.

En EU, empresas agroquímicas como Monsanto han emprendido acciones para lavarse la cara, como el financiamiento de “jardines polinizadores” en las zonas urbanas, cuyo impacto es limitado.

En México, y tras la pandemia, en esta temporada 2022-2023 visitaron los seis santuarios (tres en Michoacán y tres en el Estado de México) un total de 314 mil personas (80 por ciento más con respecto a la temporada anterior) y los programas destinados a la monarca triplicaron su presupuesto, según informó Peña Fuentes.

En el ciclo recién concluido, la monarca ocupó una superficie de 2.21 hectáreas que, según Peña, es un “comportamiento estacional, regular”. “Mientras se mantenga en ese promedio no hay motivo de alarma”.

Fuente: La Jornada (México)

agricultura industrial Agroquímicos América del Norte contaminación insectos

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