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Otra represa binacional en la Amazonia que genera resistencia

Comunidades se oponen a un proyecto hidroeléctrico propuesto entre los dos países, denuncian el impacto de las represas y buscan alternativas en la energía solar

En un caluroso día de agosto en la ciudad de Guajará-Mirim, en el estado brasileño de Rondônia, más de 140 personas se reunieron en un centro de formación para una consulta sobre un proyecto hidroeléctrico propuesto que ha reavivado los debates sobre las centrales eléctricas en la Amazonía, al no ir de la mano con las preocupaciones sobre el cambio climático, la seguridad energética y los impactos socioambientales de la central.

Representantes del sector eléctrico y del gobierno habían acudido para compartir los primeros estudios de la llamada represa Ribeirão, una iniciativa binacional entre Brasil y Bolivia que se proyecta sobre el río Madeira, que divide los dos países justo al norte de la ciudad.

Cuando una portavoz del Ministerio de Minas y Energía de Brasil comenzó la presentación, estallaron las protestas, encabezadas por unos 40 manifestantes de comunidades tradicionales y organizaciones que las representan. “¡No a la represa hidroeléctrica de Ribeirão! Agua para la vida, no para la muerte”, decía una de sus pancartas.

Los manifestantes se quejaron de la falta de participación y transparencia en la elaboración de los estudios preliminares para el proyecto hidroeléctrico. Los organizadores respondieron poniendo fin a la presentación, una decisión que, según dijeron, se tomó “por razones de seguridad”.

Gerônima Costa, presidenta de Z-2, una comunidad pesquera local, dijo que no había recibido la invitación oficial para asistir hasta el mismo día de la reunión, e informó que los representantes en el evento les dijeron entonces que “el estudio ya estaba hecho”. “No era necesario que aprobáramos nada”, añadió. “¿Qué clase de estudio es éste que no escucha a la comunidad?”, planteó.

El descontento local con el proyecto hidroeléctrico se había expresado anteriormente en una carta abierta dirigida a los presidentes de ambos países, Luiz Inácio Lula da Silva y Luis Arce, enviada el 30 de julio de 2023 y firmada por 37 organizaciones de la sociedad civil. “Convocar a las comunidades para divulgar estudios realizados sin el conocimiento previo de la sociedad (…) es violar la participación de los pueblos que serán afectados y ocultar los impactos sinérgicos y acumulativos”, escribieron.

Líderes indígenas, pescadores, científicos y personas que viven de la tierra hablaron con periodistas sobre los temores comunes que rodean al proyecto: la pérdida de los modos de vida tradicionales y el colapso de los ecosistemas.


Centrales hidroeléctricas en la Amazonia

El río Madeira es fundamental para el equilibrio de la cuenca del Amazonas. Se extiende más de 3.300 kilómetros desde su nacimiento en la cordillera de los Andes, en el norte de Bolivia, hasta su desembocadura en el río Amazonas, en Itacoatiara, en el estado brasileño de Amazonas. Este río turbio y rico en nutrientes alberga gran parte de la biodiversidad acuática del bioma, incluido 60 por ciento de las especies de peces, y aporta alrededor de la mitad de los sedimentos que llegan al río Amazonas.

A pesar de ello, el río Madeira sufre una serie de impactos antropogénicos, relacionados con el acaparamiento de tierras, la deforestación, la agricultura, la minería ilegal y las represas.

Tras las protestas, en el segundo semestre de 2023 se celebraron una serie de reuniones para debatir las consecuencias del proyecto, que sería la tercera instalación hidroeléctrica en el río Madeira. Las otras dos ?Santo Antônio, en Porto Velho, y Jirau, en el distrito de Jaci-Paraná? ya pueden aportar hasta 6,7 por ciento de la electricidad que llega a la red nacional.

Jirau y Santo Antônio son represas de pasada, lo que significa que utilizan la energía natural del río para mover sus turbinas, en lugar del agua embalsada. “El efecto de estas represas sobre el régimen hidrológico es mínimo”, según Javier Tomasella, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) de Brasil, pero agrega que la tecnología es más vulnerable al clima.

En las últimas décadas, los fenómenos climáticos en el río Madeira han sido “como un péndulo”, según Tomasella, pasando de un extremo a otro, entre intensas inundaciones y sequías.

“Estos extremos, especialmente los reflujos, atentan contra las centrales hidroeléctricas”, dado su diseño para funcionar sin grandes embalses”, dijo Tomasella. En octubre de 2023, el río Madeira sufrió una crítica escasez de agua provocada por el fenómeno meteorológico de El Niño, y la central de Santo Antônio tuvo que suspender su funcionamiento durante 14 días.

“Las represas hidroeléctricas son cada vez menos fiables en el norte del país”, afirmó Natalie Unterstell, presidenta del Instituto Talanoa, una organización brasileña de política medioambiental. Según ella, esto se debe a que estas instalaciones “se han construido o se están construyendo en zonas donde los sistemas de flujo o los regímenes de lluvias han cambiado”.


Estudios de las centrales hidroeléctricas

En noviembre de 2016, Brasil y Bolivia firmaron un acuerdo para iniciar los estudios preliminares de un proyecto hidroeléctrico binacional en la cuenca del Madeira, en un trato entre la entonces estatal brasileña Eletrobras, privatizada en 2022, la estatal boliviana Ende y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Los estudios proponen la construcción de dos represas: la de Ribeirão, llamada así por su posición en el encuentro del arroyo Ribeirão y el río Madeira, entre Nova Mamoré, en Brasil, y Nueva Esperanza, en Bolivia; y una segunda en el encuentro de los ríos Yata y Mamoré, entre Guajará-Mirim y Guayaramerín, en Bolivia.

El área inundada prevista es de 319 km2, de los cuales 176 km2 están situados en Bolivia y 143 kilómetros cuadrados en Brasil. A ambos lados de la frontera, esto afectaría a zonas de conservación y vida silvestre, y a sitios del patrimonio histórico, así como a ecosistemas de los humedales del Río Yata de Bolivia, incluidos en la lista Ramsar, hogar de 24 especies de animales amenazados, como la nutria gigante.

João Dutra, miembro del Movimiento de Afectados por Represas (MAB) y del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Brasil, cree que los estudios se realizaron “unilateralmente”. “Guajará-Mirim fue considerado en su día el municipio más verde de Brasil. Gran parte es bosque y tierra tradicional de la comunidad”, dijo.

Se estima que 90 por ciento de la superficie de Guajará-Mirim está cubierta por bosques, concentrados principalmente en un mosaico de áreas de conservación y territorios indígenas.

Para que el proyecto siga adelante, los estudios preliminares deben ser aprobados tanto por Brasil como por Bolivia. A continuación, ambos países deben firmar nuevos acuerdos para la siguiente fase, que incluye estudios profundos de ingeniería, socioambientales y económicos, con un plazo estimado de seis años.

Fuente: Agencia IPS

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