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Tradiciones para esperar el Año Nuevo

El Año Nuevo ya llega, y con este, decenas de cábalas y tradiciones salen a flote. Ropa blanca, las prendas íntimas que funcionan como un augurio de un buen año, son algunas de ellas, registró AIM.

Una cábala muy practicada está relacionada con las 12 campanadas que anuncian que el año ha terminado. Sentarse y volverse a parar con cada una de las campanadas, al término del día, es una cábala muy practicada por aquellas personas que desean casarse en el transcurso del año.



El uso de velas es una tradición que atrae, sobre todo, a las mujeres. Se prenden velas azules para alcanzar paz, amarillas para llamar a la abundancia, rojas para tener una vida apasionada. Las de color naranja simbolizan inteligencia, mientras que las blancas, pureza.



Para alejar las lágrimas de su vida, una tradición frecuente es esperar a la medianoche y arrojar un vaso de agua desde su casa hacia la calle.



Las tradicionales maletas no pueden quedar atrás. Las personas que desean viajar durante el año esperan que llegue la medianoche para recorrer las principales calles de su barrio portando maletines. Asimismo, puede usar hojas de papel para escribir todo lo malo sobre un pedazo y quemarlo cuando llegue la medianoche.



Las lentejas también forman parte de la tradición. Estas leguminosas representan la abundancia, prosperidad y economía. La cábala consiste en comerse tres cucharadas de lenteja cocinadas sin sal dentro de los primeros minutos del año nuevo.



Dinero dentro de los zapatos: para garantizar la disposición de dinero durante el nuevo año muchas personas se colocan un billete dentro de su zapato derecho. Otras, en cambio, sostienen los billetes entre sus manos.



Finalmente, una tradición muy practicada es la de las monedas doradas. La cábala dice que hay que colocar 13 monedas doradas dentro de un monedero de color rojo. Lo debe tener con usted durante toda la cena de Fin de Año.



Año Nuevo en América Latina



La ropa interior amarilla se vende como pan caliente en estos días en algunos lugares de Latinoamérica. Es para el amor, para la suerte, para el dinero y para que este año le vaya bien a todo el mundo. Son para que traiga buena suerte el próximo año; para las solteras, para el amor. El amarillo está conectado con el rayo dorado, que es de la abundancia y la prosperidad. En Chile, la tradición indica que la ropa interior amarilla que se usa durante la noche de Año Nuevo debe ser regalada. Algunos plantean que también hay que ponérsela al revés para asegurar un año con mayor pasión.



Al igual que en varios países de América Latina, en Chile se usa al recibir el Año Nuevo para invocar prosperidad, amor y abundancia, tal como comer lentejas o uvas a la medianoche, tradiciones muy arraigadas en la región.



En México, Perú y Ecuador también se estila usar ropa interior amarilla para atraer la prosperidad, aunque si lo que se busca es amor esta tiene que ser roja. En Uruguay, Argentina y Brasil, en cambio, debe empezarse el calendario con prendas rosadas bajo la ropa.



Y en Venezuela, además, es imprescindible, para la buena fortuna, estrenar todo lo que se lleve puesto.



En buena parte de los países de la región se comen lentejas la noche de Año Nuevo y 12 uvas, una por cada mes del año que viene acompañando las 12 campanadas y pidiendo un deseo con cada una. También quienes aspiren a viajar dan justo a la medianoche un pequeño paseo portando una maleta.



Otra de las tradiciones más extendidas en Chile es dar el primer abrazo de saludo del Año Nuevo a alguien del sexo opuesto, lo que aseguraría el amor durante los próximos 12 meses.



En Uruguay, es usual que la gente lance a la calle un balde de agua para limpiar el camino del año que comienza y que desde las ventanas vuelen miles de trocitos de calendarios del año viejo.



Mientras tanto en Brasil, con una importante población devota de cultos como el candomblé y el umbandismo, muchos se visten de blanco para hacer sus ofrendas a Yemanyá, diosa del mar, y lanzan en playas como las de Río de Janeiro rosas y gladiolos como ofrendas para asegurar paz y prosperidad.



Y en algunos países se queman muñecos que representan a figuras poco populares, una costumbre arraigada en antiguas prácticas indígenas andinas de justicia popular, que permite a los ciudadanos dar rienda suelta a su cólera contra esos personajes.



En Ecuador, por ejemplo, a las 12 de la noche del 31 la gente sale a las calles con sus monigotes hechos de aserrín o papel periódico para quemarlos, pero antes, le pegan con un cinturón para despedir todo lo malo del año que termina y así empezar con buena suerte el nuevo.



En las calles suelen estar las viudas, grupos de hombres disfrazados de mujeres, que piden limosna para enterrar a su “viejo”, que es el monigote. Algunas “viudas” usan ropa sensual, coquetean con conductores y bailan sobre los autos.



Todas estas tradiciones están muy arraigadas en los países de América Latina y se repiten año a año como un ritual sagrado para miles de personas, condimentando una de las celebraciones más esperadas.



Muchas han sido traspasadas de generación en generación tras ser heredadas de culturas originarias y por parte también de los colonos europeos en una singular mezcla. “Muchas de estas cábalas no tienen mucha relación con nosotros, porque se trajeron de Europa por lo conquistadores”, explica Velis-Meza.



Un ejemplo es la tradición de comer lentejas, que se exportó desde Europa, donde a través de la ingesta de una comida muy calórica se busca preparar el cuerpo para el invierno que recién se inicia.



Vestirse de blanco



No hay ningún mito ni secreto detrás de esta elección. De hecho, hay algunos que lo toman como un estricto dress code porque les ayuda a planear el outfit de esa noche. El color blanco simboliza paz, pureza y comienzo. Es un color receptivo y de rápida lectura, fácil de combinar y un comodín que se adapta a todo tipo de ámbitos. Es un color práctico.



Diciembre en Argentina, además, es sinónimo de calor; festejar Año Nuevo de blanco aporta frescura e incluye un plus para los que se han estado preparando vuelta y vuelta al sol, ya que resalta el bronceado veraniego.

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