A lo largo del tiempo el hielo y la nieve han momificado los cuerpos de aquellos que han conocido su desafortunado final en estos escenarios. Por ejemplo, a principio de año se encontraron dos cuerpos congelados que asomaban de un glaciar en unas montañas en México y se supone que correspondían a unos alpinistas que se perdieron en 1959.
Como las temperaturas cálidas comenzaron a derretir estos enormes bloques, están apareciendo cadáveres con más frecuencia. El caso más famoso es el de “Ötzi”, el cuerpo humano más antiguo que se ha encontrado, perteneciente a la Edad de Bronce. Fue hallado en 1991 en los alpes italianos y tiene 5.300 años. También, se halló cerca de esta zona a soldados que habían sido sepultados por una avalancha en la Primera Guerra Mundial. Asimismo, en 1.999 un grupo de científicos encontró un hombre congelado en un glaciar de Columbia Británica, en Canadá. Incluso, en el 2.007 se hallaron en Argentina tres niños momificados pertenecientes al Imperio incaico.
Sin embargo, no todos los descubrimientos son de personas. Alrededor del mundo se han encontrado partes de aviones rotos entre los hielos.
Para los arqueólogos esto es fascinante pero alarmante a la vez, debido a que si bien les permite conocer más sobre las culturas pasadas, denota la presencia de un gran cambio climático, y deben apurarse en sus estudios antes de que se acelere la descomposición de los cuerpos y los materiales hallados.