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Esperan más de 100.000 participantes al Encuentro Nacional de Mujeres en San Luis

Después de dos años de pandemia, este fin de semana el Encuentro Plurinacional de San Luis convocará a más de 100.000 mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales, intersexuales y no Binaries. Pero el regreso viene con fractura, en noviembre habrá otro que conservará el nombre original: Encuentro Nacional de Mujeres

Es medianoche, el frío anticipa la llegada del invierno y un grupo de mujeres camina por la Avenida Corrientes, en la Ciudad de Buenos Aires. Cargan baldes con pegamento, brochas y afiches. Horas después, muy temprano en la mañana, otras se acercan a las estaciones de trenes de Once, Constitución y Retiro. En sus carteras llevan volantes que reparten entre las pasajeras.Un grupo diferente redacta invitaciones y gacetillas que despachará en la oficina del correo para convocar en todo el país al Primer Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) el 23, 24 y 25 de mayo de 1986 en el Centro Cultural San Martín de la Capital Federal.

Alrededor de 1.000 mujeres participaron de ese hecho primigenio. Debatieron sobre las problemáticas de la época: la ausencia de la patria potestad compartida, la necesidad de implementar la ley de jardines zonales y el divorcio vincular. Hoy, más de tres décadas después, son alrededor de 100.000 las inscriptas para participar en el 35º Encuentro Plurinacional de Mujeres Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries en Territorio Huarpe, Comechingón y Ranquel. Se reunirán este fin de semana en la provincia de San Luis. El encuentro fundacional, organizado por 45 mujeres poco después de recuperada la democracia en Argentina, no solo se sostuvo a lo largo del tiempo de manera autónoma, democrática, autogestionada y horizontal, sino que también se multiplicó en las nuevas generaciones. Sin embargo, este año, por primera vez en la historia, habrá dos encuentros después de diferencias sobre el nombre. El segundo se hará el 19, 20 y 21 de noviembre en la misma provincia y llevará el nombre original: Encuentro Nacional de Mujeres.


Ese viernes de mayo de 1986 fue un día complicado para llegar al ENM: paro de taxis y dos actos políticos. Uno del presidente radical Raúl Alfonsín y otro del Partido Justicialista. Las mujeres también se movilizaron: amas de casa, sindicalistas, militantes políticas, feministas, independientes y activistas por los derechos humanos se acercaron hasta el encuentro. “Aparece en un contexto de pura ebullición democrática, se gesta en 1985, mientras está en proceso el Juicio a las Juntas Militares, y termina concretándose en 1986. Muchas feministas argentinas eran de los movimientos que habían vuelto con la recuperación democrática, después del exilio. Es el momento en el que Argentina se reagrupa políticamente. Había algunas de los partidos políticos, de Derechos Humanos y muchas feministas autónomas”, explica Amanda Alma, coautora junto a Paula Lorenzo del libro “Mujeres que se encuentran, una recuperación histórica de los Encuentros Nacionales de Mujeres en Argentina (1986-2005)’.

En diciembre de 1985 comenzaron las primeras reuniones. Muchas de las organizadoras habían participado en la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Nairobi, Kenia, que fue la clausura de la Década de la Mujer anunciada por la ONU en 1975. Otras, llevaron ideas del Tercer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, en Bertioga, Brasil. “Se da en un momento donde Naciones Unidas se enfoca fuertemente en la mujer. Hay muchas discusiones en torno a las desigualdades de género en el mundo y Argentina, con la recuperación democrática y el alfonsinismo, empieza a dialogar fuertemente en ese contexto”, agrega Alma. Es por eso que entre las organizadoras, además de las militantes feministas, estuvieron referentes de los Derechos Humanos como Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.

La comisión organizadora era muy diversa: había militantes feministas, independientes, peronistas, radicales, socialistas y comunistas, entre otras. Cada una aportó lo que pudo, hicieron peñas, vendieron empanadas y tortas, las sindicalistas buscaron hospedaje en sus gremios y otras ofrecieron sus casas como hospedaje. “Tenemos obligaciones con el tiempo en que vivimos, con las circunstancias que nos tocan, con nuestra propia ideología, pero tenemos una mayor responsabilidad histórica. La lucha por la igualdad de oportunidades es una lucha sin desmayos y sin descansos”, dijo la periodista Nelly Casas en el acto de apertura.

“El encuentro del 86 fue como una iluminación, como un deslumbramiento. Logró reunir una masa crítica extraordinaria que tenía distintas prioridades, experiencias políticas, personales y de clases. Todo eso conformaba un núcleo de ideas extraordinario que permitía vasos comunicantes hacia dentro y fuera de los partidos ”, dice Juliana Marino, exdiputada y embajadora peronista. En esos años dirigía la Secretaría de la Mujer del Partido Justicialista de la Capital Federal y participó del ENM como invitada. “Yo no había militado en una organización feminista ni tenía contacto con las feministas. Veníamos de las organizaciones armadas o formaciones especiales de la década del 70, muchas habíamos estado presas y otras habían vuelto del exilio. Eso implicó que algunas de nosotras, que no teníamos desarrollo conceptual y teórico feminista, empezaramos llevar al interior de nuestros partidos esas consignas para ampliar el debate interno. Esa ampliación generaba movilización que después la volcábamos en los encuentros nacionales año a año. Fue extraordinario”, agrega.

Marino cuenta que dedicarse a la política partidaria y ser feminista estaba mal visto en esos años. “Yo decía que tenía dos identidades: peronista y feminista. Eso había sido una travesía interior muy importante porque decir que eras feministas implicaba una posición personal que no era fácil. A las políticas, los periodistas nos preguntaban si éramos feministas como un escrache, parecía un disvalor. Muchas compañeras tardaron en definirse y decían: ‘No, feminista no. Soy femenina”, recuerda. Algunas dirigentes llevaron la lógica de la asamblea horizontal a sus partidos y comenzaron también debates teóricos a partir de los estudios que surgieron en esos años. “Hay mucha articulación. Los principios de autoorganización, autonomía e independencia siempre son lo que sostienen la organización horizontal. Cada persona que va representa a sí misma, se gana por mayoría, se levanta la mano, se aplaude. No es un voto nominal sino por mayoría”, explica Alma.

2003: la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y Gratuito,

Durante los 35 años (suspendido dos por la pandemia), hubo encuentros que se convirtieron en hitos. Uno de ellos fue el del 2003, realizado en Rosario, provincia de Santa Fe, donde se gestó la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto legal, Seguro y Gratuito, bandera que implosionó en los últimos años con la “marea verde” en la calles; un movimiento que presionó al Congreso Nacional incansablemente hasta diciembre de 2020, cuando se sancionó la ley. La psicoanalista, médica e integrante originaria de la Campaña, Martha Rosenberg, engloba esa decisión en un contexto regional. “Allí se originó la idea de crear una campaña nacional, el tema del aborto no nació en ese encuentro. Tenía un largo desarrollo, una historia larga”, le dice a elDiarioAR.

“Venía del 90, nació como movimiento en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en San Bernardo, en Buenos Aires, en el que se resolvió instituir el 28 de septiembre como el Día por la Despenalización y Legalización del Aborto. De ahí surgió la campaña, pero ya había grupos que luchaban. La forma de organización en campañas regionales y nacionales surge de encuentros colectivos. Es un movimiento que lleva décadas, lo que ocurre en Rosario es que el desarrollo del fue permanentemente creciendo”, agrega.

En este recorrido histórico, Alma tambien incluye el ENM de 2010 en Paraná, provincia de Entre Ríos, en el que aparece el Manual por el derecho al aborto y la visibilidad lesbica toma potencia; y el de 1992, en Neuquén, donde se debatió la colonización en el marco de los 500 años del descubrimiento de América. “Hubo una discusión muy profunda sobre el rol indigenista y el fortalecimiento de los pueblos”, explica. “Es un movimiento único en el mundo, no hay nada que haya durado tanto tiempo con tanta vigorosidad que no sea institucional. No hay ningún movimiento autónomo, autogestivo, con esa capacidad de multiplicación de personas que se haya sostenido a lo largo de la historia”, agrega la periodista que también relató la historia en el podcast “Territorio Liberado”.

La discusión por las identidades

Este año, en San Luis los debates se reactualizan. Algunos persisten desde el primer encuentro como el de la deuda externa y otros, que cobraron mayor fuerza en el último tiempo, tienen que ver con las identidades. Es por eso que habrá dos eventos en la misma provincia: uno en octubre y otro en noviembre. El primero, que será masivo y espera a más de 100.000 personas, se llama Encuentro Plurinacional de Mujeres Lesbianas, Trans, Travestis, Intersexuales, Bisexuales y No Binaries y el segundo mantiene el nombre original: Encuentro Nacional de Mujeres y tiene entre sus organizadoras a algunas de las fundadoras que integran el Partido Comunista Revolucionario.

La activista transfeminista y vocera del encuentro de octubre, Zayra Rojas, da cuenta de este quiebre. “Es plurinacionalidad y una de las grandes reformas es mostrar visibilidad de los distintos géneros que se hacen presentes hoy. Que tengamos talleres diversos es un gran cambio y un gran avance. Nunca se tuvo en cuenta las cuerpas trans, travestis, que somos las más vulneradas en la historia. Somos un colectivo con poca expectativa de vida y, aún así, que hemos contestado derechos, porque no dejamos de ser participativas en los distintos encuentros. Invisibilizadas, pero estuvimos”, le comenta a elDiarioAR.

Por su parte, desde la comisión organizadora del encuentro de noviembre señalaron que el cambio de nombre no se hizo de manera consensuada. “Propusimos una posibilidad excepcional de que se pudiera generar un espacio para que todas y todes podamos definir si realmente queremos este cambio de nombre. Sin embargo, lo decidió la otra comisión y es el problema más grande: fue arbitrario. Se puede llegar a cambiar el nombre, pero se debe consensuar”, explicó Belén Dávila Belzunce, una de las organizadoras en declaraciones radiales. Tampoco hubo acuerdo con las fechas: “El fin de semana de noviembre se eligió porque tuvimos un pedido de pueblos originarios para que no la hagamos en octubre ya que esos días ellos organizan un encuentro por los 530 años de invasión a nuestras tierras”, agregó.

Los ejes del encuentro de octubre
El Encuentro que se realizará entre el 8, 9 y 10 de octubre próximos tendrá 105 talleres que se realizarán en 24 sedes, la mayoría escuelas. Recorrerán 15 ejes de trabajo que incluyen tareas del cuidado, identidades, violencia, trata, sexualidad, coyuntura política, territorio, activismo e identidades, entre otros. “Habrá talleres vinculados a la sexualidad, a la visibilidad y activismo lésbico, bisexualidad, pansexualidad, polisexualidad, mujeres trans, travestis, transexuales. Todo ese bloque se fue desglosando para que cadad identidad tenga su propio espacio”, explicó Manuela Maquey, otra de las integrantes de la Comisión Organizadora a este diario.

“Habrá muchos vinculados a la defensa de la vida, en contra del modelo extractivista y el rol de las mujeres y las disidencias en la lucha contra la megaminería, el fracking, la defensa de los humedales. También se sumaron espacios para los pueblos fumigados”, agregó. El encuentro estará atravesado por el reclamo de la aparición con vida de Guadalupe Lucero, la niña desaparecida el 14 de junio de 2021 en esa provincia, y por el reclamo de justicia por el femicidio de Florencia Magalí Morales en la Comisaría de Santa Rosa de Conlara, durante el aislamiento por la pandemia en 2020

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Encuentro de Mujeres

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