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Política
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Los objetivos de desarrollo sostenible, ¿otro fracaso de Naciones Unidas? 

A cinco años de la puesta en marcha de la Agenda 2030: ¿podemos pensar en un fracaso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible? Las organizaciones supranacionales como Naciones Unidas o la Organización Mundial y Panamericana de la Salud, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe entre otras, no vieron venir la catástrofe sanitaria y con ella la depreciación de todos los indicadores económicos y sociales a niveles solo comparables con la II Guerra Mundial. A riesgo de ser pesimista por completo nos introducimos en un debate de cara al futuro próximo y de mediano plazo y las alternativas posibles. Por Valentín Ibarra, para AIM.

Los objetivos globales a los que referimos fueron adoptados en 2015 en la 70 Asamblea General de la ONUy con una agenda de desarrollo para los siguientes 15 años (rumbo al 2030 y con un magro resultado de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio –su programa inmediato anterior-), proclamado por los líderes mundiales con los fines de: “Erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad”.

A partir de un somero paneo de la situación actual, consideramos oportunos algunos interrogantes: ¿Podemos pensar en un fracaso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible?, ¿es hora de barajar y dar de vuelta?, ¿cuáles son las alternativas posibles para salir de esta crisis global y de sistema?

Para alcanzar estas metas definidas como transformadoras, civilizatorias y universales, todo el mundo tiene que hacer su parte afirman los spots publicitarios: los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y personas como usted o yo pero, lo cierto es que en general poco se conoce sobre la agenda y sus dimensiones a no ser que uno participe de ciertas organizaciones sociales y políticas, por eso nos parece necesario enumerar cada uno de ellos y remarcar que todos tienen a su interior una multiplicidad de variables que requieren acciones concretas, duraderas y progresivas pero antes, la necesidad de un marco legal y programas de financiación acordes: Fin de la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; educación de calidad; igualdad de género; agua limpia y saneamiento; energía sustentable y no contaminante; trabajo decente y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; reducción de las desigualdades; ciudades y comunidades sostenibles; producción y consumo responsables; acción por el clima; vida submarina; vida de los ecosistemas terrestres; paz, justicia e instituciones sólidas; alianzas para lograr los objetivos. Y a partir de ellos se desagregan un total de 169 metas y 232 indicadores.

El planeta es uno y cruje
El 18 de septiembre pasado al cumplirse un lustro del lanzamiento del programa, el secretario General de Naciones Unidades, Antonio Guterres, en la apertura de la 75 Asamblea General dijo que la gente desea el cambio: señaló que percibe en las personas un creciente deseo de llevar a cabo un giro transformador liderado por varios actores entre los que destacan los jóvenes activistas en favor de la acción climática o las causas raciales, o los millones de personas que dicen no a la violencia y la discriminación contra las mujeres, a la desigualdad, a la corrupción y a la represión violenta. Pero para esta metamorfosis hace falta un elemento básico: la voluntad política y la participación ciudadana, recalcó, sin ella, ni el interés público ni la actuación de las partes interesadas serán suficientes.

Volvemos sobre la senda de las preguntas: ¿estamos frente a un ecocidio y con él ha comenzado la cuenta regresiva del planeta?, expertos de distintas perspectivas teóricas e ideológicas coinciden en que el medioambiente está perdiendo su capacidad de autoregenerarse y una sucesiónen apariencia infinita de eventos catastróficos que incluyen una creciente hostilidad política con el resurgimiento de posiciones de ultraderecha de la mano de la militarización y la paramilitarización de las sociedades, parecen confirmar el vaticinio.

Por su parte, las organizaciones de la sociedad civil y humanitarias(desde colectivos socioculturales y ambientalistas locales hasta otras de maquinaria y alcance global),que tejen redes de acción a favor del cambio y en alianza estratégica con los sectores público y privado, usualmente abordan estas problemáticas desde la metodología de grupos pequeños conocida como efecto mariposa, es decir: mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas e intentando cambiar el mundo, pero, la ferocidad de las calamidades es superior, inmensamente superior a la voluntad y énfasis de los pequeños grupos y es por eso que a riesgo de sonar desesperanzados y pesimistas, las preguntas valen la pena a fin de reconsiderar la dirección de nuestras acciones y evaluar correctamente las alternativas posibles.

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