Cuando tuvo edad, el elefantito fue atado con una cadena a un poste. Muchas veces tiró de la cadena tratando de liberarse, pero era pequeño y no tenía fuerza suficiente para cortar la cadena ni para derribar el poste.
Poco a poco se fue resignando a la impotencia: su destino era, al parecer, estar siempre atado a un poste inquebrantable mediante una cadena irrompible. Abandonó los intentos y se acomodó como pudo a la realidad.
Sin embargo, venía creciendo hasta convertirse en un elefante adulto, el más grande y poderoso de todos los animales terrestres. Si hubiera tirado con fuerza, o hubiera pateado el poste, se hubiera liberado en el acto porque aunque no lo sabía, tenía ahora fuerza suficiente.
Eso es lo que algunos hombres civilizados llaman "educación": un poste y una cadena que los mantiene amarrados a pesar de que les sería sencillo romperlos.