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Salud y Bienestar
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Ainhoa Alberro. (Foto: UPV/EHU)
Ainhoa Alberro. (Foto: UPV/EHU)

Avances en la comprensión del envejecimiento para mejorar la calidad de vida en la etapa final de la vejez

El envejecimiento es un proceso complejo y heterogéneo, pero, al mismo tiempo, universal. Con el objetivo de comprender el origen de esa variabilidad y descubrir cómo mejorar la calidad de vida de las personas mayores, se ha llevado a cabo una investigación acerca de varios marcadores sanguíneos relacionados con el envejecimiento.
El estudio lo ha realizado el equipo de Ainhoa Alberro Garitano, investigadora del Grupo de Esclerosis Múltiple del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia (IIS Biodonostia) en el País Vasco. Se ha contado con la colaboración con el Hospital Universitario Donostia y los resultados se han presentado en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
Gracias a los avances logrados en las últimas décadas en medicina, ha aumentado considerablemente la esperanza de vida de las personas, así como su calidad de vida. En cualquier caso, “es muy común que en la última década de vida, o un periodo mayor, las personas sean dependientes. Nuestro último objetivo es anticiparnos a esa dependencia, es decir, que las personas vivan mejor, y sobre todo, que esos últimos 10-15 años sean de calidad. Hemos querido buscar la forma de identificar a esas personas mediante análisis de sangre, es decir, encontrar los marcadores que sufren alteraciones antes de desarrollar la dependencia, para así buscar la forma de restablecerlos, y evitar que las personas lleguen a ser dependientes, en la medida de lo posible”, comenta Ainhoa Alberro Garitano.
La investigación ha tenido cuatro partes, cada una de las cuales se ha centrado en una variable distinta relacionada con el envejecimiento. En la primera, han buscado marcadores del síndrome de fragilidad en la sangre. Se dice que una persona sufre el síndrome de fragilidad cuando comienza a perder funciones y capacidades, y por tanto, corre el riesgo de pasar de ser una persona sana a ser una dependiente. En la segunda parte, han investigado la influencia de las vesículas extracelulares en la formación de tejido muscular y óseo, y han buscado los cambios que se dan en esos procesos a medida que se envejece; en la tercera, han descrito la senescencia de las células inmunitarias, y en la cuarta, por su parte, han aunado las dos áreas de conocimiento del grupo de investigación, y han estudiado si todas las variables descritas aparecen en personas con esclerosis múltiple.
Gracias a la colaboración con el Hospital Universitario Donostia, consiguieron muestras de sangre de personas ancianas, y es con ellas con las que han hecho los análisis y el trabajo de cada una de las cuatro partes de la investigación. En relación a la parte dedicada a la fragilidad, Alberro explica que han examinado diferentes variables relacionadas con la inflamación, que ya habían sido propuestas en investigaciones anteriores. Asimismo, han analizado otras variables que no se habían estudiado con anterioridad, como las vesículas extracelulares y la expresión de una serie de genes. Entre esas tres, “hemos visto que las personas que presentan el síndrome de fragilidad y las que no, se diferencian únicamente en la expresión génica. Concretamente, proponemos que el nivel de expresión del gen EGR1 puede ser indicador de la fragilidad, dado que la expresión es mayor en las personas que la sufren. Además, hemos encontrado que la actividad física controlada reduce el nivel de expresión del gen EGR1 en personas mayores”, detalla.
Al estudiar la influencia de las vesículas extracelulares en la osteogénesis y la miogénesis, “vemos que las vesículas extracelulares extraídas de personas jóvenes ayudan en la diferenciación de huesos y músculos. Los resultados obtenidos son muy preliminares, pero si siguen adelante, puede ser tremendamente novedoso utilizar vesículas extracelulares para ayudar a reforzar los tejidos de las personas mayores que sufren osteoporosis o han perdido musculatura. Sería para un futuro muy lejano, pero quizás llegue a ser”, opina.
En cuanto a las células del sistema inmunitario, se centraron en los linfocitos T, ya que se sabe que a medida que se avanza en la edad muchos de ellos entran en senescencia. Sin embargo, resulta interesante que las personas de 90-104 años que han analizado, tienen un número menor de células senescentes en un tipo específico de linfocitos T, los conocidos como CD4. “Muchas veces se ha pensado sobre qué tendrán de especial esas personas de edad tan avanzada para llegar a esas edades. Si tienes un sistema inmunitario fuerte o funcional, podría pensarse que vivirás mejor o durante más tiempo, y en nuestra investigación hemos visto que tienen menos células inmunitarias senescentes. Aunque también es verdad que todavía es pronto para concluir que lo uno sea consecuencia de lo otro, pero ese resultado da pie a seguir investigando”, recalca la investigadora.
En la última parte, trabajaron con pacientes con esclerosis múltiple. La investigadora lo explica así: “Hemos trabajado con muy pocos pacientes, y los resultados son provisionales. Una investigadora que realizará la tesis doctoral después de mí profundizará en este tema. Y es que al igual que el envejecimiento, la esclerosis múltiple también tiene una biología muy compleja, y en esos pacientes influyen al mismo tiempo los factores relacionados con la esclerosis y los vinculados al envejecimiento. En general, podemos decir que los resultados obtenidos hasta la fecha no son concluyentes, pero si alguna vez llegan a serlo, será partiendo de la investigación básica que realizamos las investigadoras, debemos entender cómo envejecemos y en qué procesos se dan los defectos, para intentar mejorarlos”.
Fuente: UPV/EHU

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