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Salud y Bienestar
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El arte de sanar: Cómo conectar con nuestras emociones

Las emociones son reacciones comunes a todos los seres humanos. Parte de nuestra experiencia en el mundo tiene que ver con lograr transitarlas.

Existen archivos históricos de miles de años en los cuales se han encontrado relatos donde la ira, el amor, la tristeza y el miedo ya tenían lugar en la vida de las personas. Esto nos lleva a pensar en ellas, como parte de nuestra naturaleza humana. Y como todo en la naturaleza, no existen por mera casualidad.

Cada emoción cumple una función en nosotros. De hecho, existen más de 150, pero hay 6 de ellas que podemos identificar como primarias: alegría, sorpresa, miedo, tristeza, asco e ira. Algunas de ellas, como la felicidad, están asociadas a la sensación de placer. Mientras que otras, como la ira, la tristeza, o el miedo, se relacionan con el displacer.

¿Qué funciones cumplen en nosotros las emociones primarias?

La alegría, nos permite tomar contacto con los demás, nos invita a la acción, al pensamiento flexible.

La sorpresa, nos ayuda a adaptarnos rápidamente a cambios imprevistos.

El miedo, cumple su función en la protección,nos alerta frente a una situación que requiere más recursos de los que tenemos. Nos prepara para la huída, la evitación, el afrontamiento o la protección frente al peligro.

La tristeza, nos ayuda a elaborar las pérdidas, permite nuestra reintegración personal, a la introspección y a la reconciliación.

La ira, la bronca o el enojo, nos brinda los recursos para el ataque o la defensa. Es aquella emoción que nos permite establecer nuestros propios límites.

El asco o la aversión, tiende a permitirnos el rechazo o la evitación de aquello que nos puede perjudicar.

Si cada una tiene su función, ¿Por qué solemos reprimirlas?

Para comprender nuestra gestión emocional, suele ser útil volver a recordar nuestra infancia:

¿Cómo era la reacción de tus cuidadores o figuras de apego frente a tus emociones?

¿Estaba permitido estar triste o enojado?

¿Te suenan frases como: “el que se enoja pierde” o “no estés triste”?

En general, las reacciones relacionadas al displacer suelen ser evitadas. Aprendimos a clasificar nuestras emociones como “buenas o malas” y no como necesarias. Frente a esta evitación, los niños pueden desarrollar diferentes mecanismos:

Internalizar sus emociones y no expresarlas:

Este mecanismo suele darse frente a una prohibición leve a la hora de expresar lo que siente el niño. Es frecuente, que, frente a esta imposibilidad, reprima su reacción para sus adentros o que la reemplace (como por ejemplo reírse cuando está triste). Va a reemplazar la expresión prohibida, por una que esté más aceptada en su contexto.


Bloqueo emocional:

La prohibición es tanta que se impide la experimentación por completo. El niño se anestesia completamente de sentir.

Consecuencias en la adultez

Si en nuestra infancia aprendimos estos mecanismos, es probable que en la adultez los hayamos rigidizado aún más, lo cual seguramente, nos trajo consecuencias en más de una ocasión en nuestro modo de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos.

Sin embargo, esto no necesariamente tiene porqué ser permanente.

Siempre podemos re-aprender la manera en la cual gestionamos nuestras emociones.

Te propongo el siguiente ejercicio:

Cierra los ojos e imagina que estás sumergido en el agua, estás intentando contener la respiración el mayor tiempo posible.

Durante los primeros 10 segundos, probablemente te sientas cómodo, pero luego de los 30 segundos, comienzas a sentir como se acelera tu corazón, sientes la presión en tu cara, tu cuerpo y tu mente empiezan a inquietarse. Sientes que no puedes contener más el aire sales hacia la superficie con fuerza y desesperación.

Así como el aire que respiramos, nuestras emociones se acumulan. El problema está en que tarde o temprano, terminamos explotando, dejando salir aquello que retuvimos de manera abrupta y sin control.

Es por eso que resulta tan necesario poner en práctica nuevas estrategias que nos permitan gestionarlas de una manera más saludable.

¿Cómo puedo comenzar a cambiar la relación con mis emociones?

El proceso de re-aprender no es algo que suceda de un día para el otro. Requiere de paciencia, tiempo y práctica. El mayor aliado en este camino va a ser el autoconocimiento. Esto tiene que ver con nuestra capacidad para percibir nuestras sensaciones.

Si frente a una situación en particular, tengo la sensación de que mi reacción ha sido ordenada, entonces probablemente la esté gestionando correctamente.

Por otro lado, si siento que mi reacción es desordenada, desbordada y fuera de control, lo más seguro es que tenga que hacerme algunas preguntas: ¿Cuál es la emoción que se está expresando en lugar de otra; que está reemplazando otra emoción? O ¿Cuál es la emoción que me estoy impidiendo sentir?

Si quieres aprender más sobre este tema, aquí tenemos 5 libros sobre las emociones para recomendarte.

Conclusión:

Tomar consciencia de nuestras emociones, nos ayudará a experimentarlas en niveles aceptables y saludables, permitiendo que cada una de ellas cumpla su función en nosotros.

Como se trata de un proceso de aprendizaje, el tiempo y la paciencia serán necesarios para comenzar a internalizar esta nueva forma de percibirnos. Sin embargo, elegir este nuevo camino es posible.

El espacio psicológico puede ser muy útil para contar con una guía en este tipo de procesos. Si estás en búsqueda de comenzar psicoterapia, en nuestra clínica online contamos con un equipo de profesionales con años de experiencia que pueden acompañarte.

Psimammoliti.-

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