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Personas que florecen en la tercera edad

Envejecer no es una enfermedad. Es una etapa más de la vida en la que, gracias a una mentalidad más clara y segura de sí misma, se inicia un florecimiento personal en el que conquistar nuevas metas y propósitos.

Son muchas las personas que florecen en la tercera edad. Es un hecho tan notable, hermoso y llamativo, que bien podríamos llamar a este periodo “la tercera juventud”. Esos jóvenes de más de 60 son una generación con cada vez más relevancia en nuestra sociedad y de la que tenemos mucho que aprender. Son dinámicos, luchadores, inspiradores y llenos de energía.

No debemos verlos solo como esos aliados sensacionales que se ocupan de sus nietos mientras sus hijos trabajan. Ya no viven orientados en exclusiva para el cuidado y la atención de los suyos. Esa imagen ha cambiado. Buena parte de ellos están reformulando sus metas y sus propósitos vitales, intentando lograr muchas de las cosas que no alcanzaron años atrás.

Estamos ante hombres y mujeres muy activos, inquietos y conectados con la sociedad que les rodea. Tienen voz propia e intentan hacerse un hueco entre las generaciones más jóvenes. Porque ellos también tienen cosas que contar, que decir, que expresar y que conquistar. Y esto es algo a lo que vamos a tener que acostumbrarnos.

Se estima que, para el 2050, el 40 por ciento de la población mundial tendrá 60 años o más. Esta es una realidad que nos invita a reflexionar en más de un aspecto.

Personas que florecen en la tercera edad: ¿Cómo son?

Hay algo que se aprecia a nuestro alrededor. Las personas de 60, 70 e incluso 80 años, son en su mayoría hombres y mujeres optimistas. Una investigación de la Universidad Rockefeller nos da un dato interesante. El optimismo es un recurso psicosocial decisivo para prolongar la vida útil de los adultos mayores.

Es decir, no solo viven más, sino que tienen una mayor calidad de vida. Asimismo, si somos testigos de cómo muchos llegan a esta “tercera juventud” en plena forma física y anímica, se debe sin duda a muchos factores. El progreso en la medicina, una mejor alimentación y tener a una generación de mayor edad con más estudios y muy inquieta intelectualmente, da forma a ese florecimiento.

Ahora bien, nos encontramos aún con un problema evidente. Buena parte de nuestra cultura occidental sigue arrastrando estereotipos dañinos sobre el envejecimiento. Se asume que ser mayor es peor que ser joven y se da por sentado que, llegada una edad, uno ya no puede conquistar sueños y plantearse nuevas metas. La gerontofobia sigue empapando el inconsciente colectivo de nuestra sociedad.

Es momento de derribar muchas de esas ideas. Descubramos cómo son las personas que florecen en la tercera edad.

Dado que vamos a ser una población cada vez más envejecida, es hora de romper esquemas, tabúes e ideas distorsionadas. Hacerse mayor no es una enfermedad, es una oportunidad para florecer, para clarificar metas, valores y objetivos personales.

Su edad mental no coincide con la cronológica

Pueden tener 68 años, pero su edad mental es de 30 o incluso menos. Es decir, sus mentalidades no envejecen, sino que mantienen la ilusión de un niño combinada con la madurez que les ha otorgado la experiencia.

Nada es tan poderoso como esa fórmula en la que se combina pasión con conocimiento, ganas de comerse el mundo con la sabiduría de los años.

Mantienen unos buenos hábitos de vida (y eso se nota)

Tener ahora 65 o 72 años no es como hace medio siglo. La tercera edad de ahora luce de manera envidiable en su mayoría; muchos acuden al gimnasio, hacen deporte y hasta tienen sus cuentas de Instagram o Facebook. En ellas publican sus viajes, sus experiencias, sus instantes felices…

Siguen siendo atractivos por dentro y por fuera, se esfuerzan en cuidarse, en comer bien y mantener una vida activa. Asimismo, cabe destacar que son personalidades con ganas de seguir aprendiendo y de acumular aprendizajes.

Reformulan propósitos de vida y tienen claras sus prioridades

Las personas que florecen a la tercera edad lo hacen porque han clarificado sus metas. Después de muchas vivencias, épocas difíciles, buenos momentos, algún bache y más de alguna pérdida, estos hombres y mujeres han llevado a cabo un acto de reflexión. Saben que en esa tercera etapa de la vida, lo más importante es que cada día tenga sentido, importancia y trascendencia.

Por ello, muchos optan por focalizarse en metas propias y trabajar en ellas. Esto supone tomar alguna decisión radical, como los divorcios o separaciones, o cambiar de lugar de residencia. En esa “tercera juventud” pueden elegir no vivir en exclusiva para sus hijos y sus nietos, sino que enfatizan la necesidad de seguir trabajando en su realización personal. En su potencial como persona activa para sí misma y la sociedad.

Mientras el cuerpo aguante, seguirán disfrutando de la vida y de las relaciones

Al igual que es cada vez más frecuente el conocido como “divorcio gris“, también lo son los amores otoñales. Enamorarse de nuevo a los 60 o 70 años es una experiencia cada vez más habitual. Sin embargo, eso sí, cambian los parámetros y los estilos de convivencia entre esas nuevas parejas de “la tercera juventud”.

No siempre eligen convivir juntos, sino que optan por viviendas separadas, y por una relación en la que disfrutar de viajes, encuentros, excursiones, fiestas y reuniones con amigos comunes. La conexión con el entorno cercano y no el aislamiento en común en el hogar, es la opción más elegida por esta nueva generación de personas mayores.

Todas estas dinámicas las estamos viendo ahora en la generación de los baby boomers. Esa cohorte de personas nacidas entre 1946 y 1964, son las que dominarán en los próximos años nuestro panorama social de nuevos jubilados. Son hombres y mujeres brillantes, ávidos de curiosidad, de experiencias y de seguir siendo una voz importante en nuestra actualidad. Dejémonos inspirar por ellos.

Fuente: La Mente es Maravillosa

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