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Salud y Bienestar
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Según la ciencia, la anorexia puede alterar la estructura cerebral

En caso de no tratar la anorexia, esta puede tener efectos muy severos en áreas cerebrales como la materia gris. Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son uno de los más peligrosos y, tristemente, uno de los más frecuentes.

La pandemia ha sido el punto de partida de una tendencia preocupante: el aumento de ingresos en hospitales por trastornos de la conducta alimentaria (TCA). La incidencia es preocupante en niños menores de 12 años. Es importante recordar que no estamos ante una condición psicológica cualquiera. Es más, ahora sabemos, incluso, que la anorexia puede alterar la estructura cerebral.

Estamos ante una realidad clínica con un impacto significativo en la salud del paciente. También para los familiares que siempre son testigos de ese declive físico, de esa pérdida de masa muscular, de la deshidratación, de la piel seca, de la caída del cabello, de los desmayos y la fatiga permanente.

Muchos de estos jóvenes son reacios a pedir ayuda. Sumado a la falta de conciencia de la enfermedad, el hecho de ir derivando poco a poco en estados depresivos y pensamientos distorsionados puede ser un freno a la hora de dar ese paso tan decisivo. Ante esta situación es decisivo tener en cuenta un detalle: si la anorexia no se trata desde el principio pueden quedar secuelas serias de manera permanente.

La anorexia puede alterar la estructura cerebral

Ha sido un descubrimiento muy reciente. Ver cómo la anorexia puede alterar la estructura cerebral ha sido el resultado de un minucioso proceso de investigación que ha liderado la Universidad de Bath y que ha contado con el respaldo de distintos organismos internacionales. En dicho proyecto se analizaron 2000 escáneres cerebrales preexistentes de personas con anorexia y sin anorexia.

Una parte de ellas estaba también en una etapa de recuperación y siguiendo unos controles saludables. La investigadora principal, la doctora Esther Walton, del departamento de Psicología de la Universidad de Bath, explicó que este fue un trabajo largo y minucioso. En él, colaboraron universidades y centros médicos de todo el mundo. Lo que se pudo ver resulta revelador.

Los expertos advierten: es decisivo recuperar el peso de los pacientes de manera segura, para reducir el impacto que la propia inanición puede tener tanto en el cuerpo, como en el cerebro.

Reducción del cerebro a causa de la anorexia y sus efectos

En efecto, un primer indicador claramente llamativo es apreciar una reducción de la superficie cortical, el grosor cortical y el volumen subcortical. Es decir, lo que se evidencia es una reducción de la materia gris, una pérdida de células cerebrales y de las conexiones entre estas. Todo ello se traduce en un menor volumen del órgano.

Es importante tener en cuenta que esta área cerebral es clave en la distribución de la información nerviosa. Actúa como centralita y como directorio de todo lo que acontece en el cerebro: movimientos, memoria, emociones, comunicación, toma de decisiones, etc.

Lo que puede aparecer, por tanto, a nivel neurológico y conductual en estos chicos y chicas que padecen anorexia nerviosa (y no reciben tratamiento), es lo siguiente:

- Reducción del oxígeno a nivel cerebral.

- Alteración de los neurotransmisores.

- Mayor riesgo de desarrollar demencias tempranas.

- Aparición de convulsiones, síndrome de piernas inquietas.

- Respuesta alterada en las regiones del cerebro que forman parte del circuito de recompensa.

- Conductas obsesivas, irracionales y dificultad para pensar como consecuencia de esas alteraciones neurológicas.

Por tanto, sabemos ya que la anorexia puede alterar la estructura cerebral, pero… ¿Por qué ocurre esto? Y más importante aún, ¿Es irreversible?

¿Cuál es la causa de esa alteración cerebral?

Hay un dato estremecedor que destacan en esta investigación: la anorexia afecta al cerebro más que cualquier otra afección psiquiátrica. Sabemos que la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo, el estrés o la esquizofrenia alteran diversas regiones cerebrales. Sin embargo, este descubrimiento pone en evidencia la severidad de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

Bien, si nos preguntamos el porqué de esa reducción en la materia gris, la causa está en el Índice de Masa Corporal (IMC). En otras palabras, una desnutrición elevada altera neurobiología del paciente, la debilita de manera lenta y progresiva.

La inanición hace que el cuerpo tenga que tomar nutrientes de manera urgente de los músculos y hasta del corazón. En caso de que la persona arrastre la anorexia durante mucho tiempo, las neuronas de la materia gris se van descomponiendo poco a poco.

Un tratamiento temprano reduce las alteraciones cerebrales

Hay esperanza. Es cierto que el hecho de saber que la anorexia puede alterar la estructura cerebral resulta alarmante. También es estremecedor saber que la salud de estos chicos y chicas puede traducirse en secuelas crónicas, como problemas renales, óseos o cardíacos. Ahora bien, en todos los casos, la atención temprana del propio trastorno resulta decisiva. No solo se pueden evitar todas esas alteraciones en la salud, sino que el daño cerebral puede revertirse. Es decir, la materia gris puede recuperar su densidad original.

De hecho, los investigadores descubrieron que las grandes reducciones en la estructura cerebral se iban recuperando a medida que el paciente avanzaba en su terapia y en su recuperación. Por ello, es vital incidir una vez más en la importancia de la atención temprana de este tipo de trastornos de la conducta alimentaria.

La remisión de la anorexia llegará solo si iniciamos un tratamiento multidisciplinar, en el que conjugar tanto el aspecto nutricional, la terapia psicológica (individual y de grupo) como la atención médica. A menudo, es también necesario recurrir a los antidepresivos o los antipsicóticos. Sea como sea, cada caso es único y requiere de una atención personalizada.

Nota final

Es importante tener presente que la anorexia no implica solo evidenciar problemas con la alimentación. Estamos ante una condición en la cual, la persona batalla con problemas de autoestima, de autoexigencia, ansiedad y estrés. Un paciente con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) no siempre admite que tiene un problema, por ello es clave el apoyo del entorno.

Si tenemos un amigo/a o familiar que presenta una mala relación con la comida, seamos cuidadosos. Intentemos hacerle ver su realidad y la necesidad de solicitar ayuda especializada. Acompañemos y seamos ese soporte respetuoso que no juzga, pero que sabe estar.

Fuente: La Mente es Maravillosa

anorexia neurologia

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