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Caleidoscopio
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Ecología y ecosofía

La ecología suele definirse como el estudio de las relaciones de las especies vivas entre sí y con el entorno. Del mismo impulso que lleva a profundizar el conocimiento de esas relaciones surge la preocupación por acciones que podrían poner en peligro el ambiente y la vida.

A nivel popular, la preocupación por la preservación de los sistemas ecológicos induce a algunas conductas que parecen tender a limpiar más la conciencia que la naturaleza: proteger una especie, crear reservas, reciclar un poquito, ahorrar combustible o limitar emisiones contaminantes, que es bienintencionado pero insuficiente. Según el filósofo y divulgador científico catalán Jorge Pigem, es una “ecología superficial” con buenas intenciones pero encubre que en realidad queremos seguir viviendo igual, no pensamos renunciar a ninguna presunta ventaja de la civilización moderna, cuyo consumismo parece habernos ganado el corazón.

Pigem propone frente a la ecología superficial una ecología profunda, que llama "ecosofía" con una denominación que involuntariamente recuerda la diferencia entre teología y teosofía, aunque no vaya más allá de la estructura de las palabras.

La ecología sería una ciencia positiva, mecanicista como todas las surgidas del "Entzauberung der Welt" , la "realidad desencantada" de que habló el sociólogo Max Weber, desencantamiento que era para él una consecuencia del avance de la razón técnica y del abandono de cualquier valor que compita con la utilidad.

Frente al ecologismo político y popular, que no quiere ir demasiado lejos sino mantenerse en la conveniencia y el maquillaje, existe una “ecología profunda” que implica un cambio en la manera de concebir el mundo y relacionarse con él.

La ecosofía implica un cambio de conciencia, una reflexión profunda sobre las interrelaciones de los organismos vivos de nuestro planeta y en la realidad física a niveles cósmicos y cuánticos. Para Pigen en la ecosofía se anula la dicotomía material y espíritual y surge la cuestión nunca olvidada del sentido de la vida, que es capaz de abrir perspectivas transcendentes en la cotidianeidad. La naturaleza debe dejar de ser objeto de explotación por nosotros o para nosotros porque es parte de nosotros mismos.

La perspectiva de Pigem es que la ciencia actual llega a explicar quizá el 10% del universo conocido, ya que el 90 por ciento restante es “materia oscura” y “energía oscura”, fuerzas que llamamos “oscuras” como atribuimos al azar fenómenos fuera de la explicación mecanicista de la realidad.

De la convicción de saberlo casi todo, que a su modo expresó el presidente de la Royal Society justo antes del descubrimiento de los fenómenos cuánticos a inicios del siglo XX, pasamos a la idea de no saber casi nada.

Y en estas condiciones enfrentamos problemas que quizá nunca antes fueron tan decisivos. Es un cambio que lleve a una conciencia global y a otra civilización y también una catástrofe que nos ponga ante la extinción.

Mientras tanto, una civilización depredadora está sometiendo al planeta a una tensión que quizá supere sus posibilidades de respuesta, al menos en las condiciones actuales. Asistimos a un cambio climático drástico y repentino, a veces negado por los políticos, a la desaparición de la biodiversidad, a la prevalencia suicida de fertilizantes agrícolas que alteran el ciclo natural del nitrógeno, a un abismo creciente entre ricos y pobres, al agotamiento de recursos energéticos, a la acidificación de los meras, al efecto invernadero irreversible.

La inteligencia ya no es solo considerada como una cualidad humana Hasta las plantas pueden comunicarse. Como dijo en su momento el astrofísico y divulgador Carl Sagan. “Somos polvo de estrellas que piensa acerca de las estrellas. Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo”.

Para Pigem el economicismo es un nefasto fundamentalismo religioso de estos tiempos, una fe a estas alturas patológica en el crecimiento ilimitado y en el control absoluto sobre el medio natural. El resultado puede ser un suicidio colectivo. Todos dependemos de la ciencia y la tecnología sin que casi nadie sepa nada de ciencia ni tecnología porque todos buscan el crecimiento material.
De la Redacción de AIM.

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