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Caleidoscopio
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Omar De Felippe, Malvinas, recuerdos y más.
Omar De Felippe, Malvinas, recuerdos y más.

Omar De Felippe: Guerra y fútbol

Omar de Felippe, ex jugador profesional y actual técnico de fútbol, relataba entrevistado por radio una de sus experiencias como combatiente de la guerra de las Malvinas.

Recordó la muerte de un compañero de su regimiento en un cañoneo inglés. Poco después recibió el llamado de un oyente: "Usted se refirió a mi hermano. ¿Lo vio morir? Dígaselo a mi madre, porque ella todavía lo está esperando".

No sabemos si De Felippe lamentó una locuacidad poco previsora; pero no dudó en presentarse ante la mujer como pedía su hijo y sacarla definitivamente de un error sostenido por la esperanza.

De Felippe nació en una familia pobre en 1962 en el barrio porteño de Mataderos. Alguna vez sostuvo que el fútbol lo salvó de los peligros de la calle y le dio posibilidades que no tienen en la vida tantos otros chicos como era él.

A fines de diciembre de 1981 fue dado de baja del regimiento de infantería mecanizado 3 de La Tablada y retomó su intención de ser jugador profesional de fútbol. Presintió que sería llamado a filas con los otros soldados que habían estado bajo bandera el año anterior.

Jugaba en las divisiones inferiores de Huracán de Parque Patricios cuando el 7 de abril de 1982 fue convocado a la guerra. A las cinco de la mañana llegó a la casa donde vivía con su madre y sus hermanos un soldado que dejó la cédula de convocatoria. La madre se la entregó llorando. A los pocos días desembarcó en isla Soledad y caminó con sus compañeros 12 kilómetros hasta llegar a Puerto Argentino.

Uno de sus recuerdos es de agradecimiento a un un oficial, el capitán Zunino, que le ordenó abandonar una posición justo a tiempo, porque poco después cayó un obús de mortero donde él estaba.

Recordó que el 14 de junio, cuando se firmó la rendición, volvía con otros soldados del frente y a pesar del cese del fuego los ingleses seguían disparando sobre ellos.

"Nos juntaron a todos en Puerto Argentino para llevarnos al aeropuerto y en la mitad del camino nos iban desarmando. Eso fue devastador".

Los soldados mal alimentados pesaban 40 ó 50 kilos. Por eso, al regresar al continente no los dejaron ver de inmediato a sus familias sino que los mantuvieron dos días en Campo de Mayo, donde les daban asado varias veces al día.

En las afueras de la unidad militar empezaron a reunirse los familiares de los soldados, que querían tener alguna noticia, por lo menos saber si estaban vivos.

La alimentación en las islas fue un problema que debieron enfrentar los soldados, además de los ataques enemigos. Tras días sin comer, y ante la expectativa de que el ayuno involuntario se prolongara, una vez ideó con sus compañeros un asalto sigiloso a los almacenes donde se conservaban víveres, posiblemente en previsión de un empeoramiento de la situación militar. El asalto fue tan exitoso como la comilona que siguió.

"Lo único que teníamos a mano era la muerte", sentenció en otra entrevista. "Cuando terminó la guerra teníamos un hambre tremendo y nos dejaron en una cocina donde había polenta. No teníamos cubiertos y la teníamos que agarrar con la mano. Estaba caliente, nos quemamos, pero era lo único que teníamos para comer".

Otro recuerdo es de los soldados correntinos que llegaron a las islas simultáneamente con cañones de largo alcance. "Con cada disparo que se daba por la noche escuchábamos los sapucay”.

Recalca que el fútbol no tiene nada que ver con la guerra, a pesar de la violencia a que suele desplegarse en las tribunas. "El fútbol me salvó la vida porque un jugador de fútbol se prepara física, técnica y mentalmente para lo que quiere lograr". De todos modos, antes de hablar públicamente sobre sus experiencias en las Malvinas pasaron siete años.

El fútbol, como jugador y luego como técnico, le dio opciones que no tuvieron otros ex combatientes, que en algunos casos se suicidaron. Y entiende que fue así "porque se les cerraron las puertas del trabajo; sin novia, sin un mañana y sin la opción que tuve yo". Muchos ex combatientes carecieron también de la atención psicológica que él se pudo pagar y que le permitió entender, procesar y descargar cosas que pudieron haberlo destruido.
De la Redacción de AIM.

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