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Caleidoscopio
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Sensibilidad y verdad

Hace unos meses se desató una polémica en Inglaterra debido a una "intervención" en textos de cuentos infantiles de la que se declaró responsable "Inclusive Minds" (Mentes Inclusivas).

"Mentes inclusivas" metió mano en palabras de cuentos de Roald Dahl, muerto en 1990. Quitaron por ejemplo "gordo" y "feo", y descripciones en las que se utilizaban los colores blanco y negro. En general reescribieron prolijamente los pasajes relacionados con el sexo, la raza, el peso, la salud mental y la violencia. Los gordos pasaron a ser "enormes" y los hombres, "personas". Le enmendaron la plana a Dahl: cuando habla de una bruja que usa peluca, pusieron por si hiciera falta una nota al pie consignando que hay muchas razones para usar peluca y que no tiene nada de malo.

Las preferencias literarias de las Mentes Inclusivas prevalecieron sobre las del autor, porque cuando un personaje de Dahl lee a Joseph Conrad, el texto "aggiornado" lo hace leer a Jane Austen.

El escritor Salman Rushdie no se anduvo con sutilezas y dijo que se trata de una "censura absurda que debería provocar vergüenza", y aclaró de paso que Dahl no era un santo. La escritora feminista estadounidense Rebecca Solnit fue más sucinta: “la cultura de la cancelación es un concepto que nos idiotiza”

La novelista argentina Mercedes Giuffré adelantó que comprará los últimos ejemplares de Dahl antes de la censura, "porque llamar "censura" a esto es llamar a las cosas por su nombre". "No pienso leer las versiones manipuladas. Cuando pase este delirio cancelatorio, recuperaremos los originales desde las bibliotecas personales.”

Los "mejoradores" de textos se consideran "un colectivo de personas apasionadas por la inclusión, la diversidad, la igualdad y la accesibilidad en la literatura infantil, y comprometidas a cambiar la cara de los libros infantiles".

El cambio de cara trata de evitar la fealdad y la agresividad de modo de no herir la sensibilidad de nadie. Mentes inclusivas aclaran que Dahl puede con sus palabras transportar a mundos diferentes y presentar a los personajes más maravillosos. Pero no obstante, como el libro fue escrito hace mucho, en un intento de favorecernos y no exponernos a expresiones que lastimen "revisamos periódicamente el lenguaje para asegurarnos de que todos puedan seguir disfrutándolo hoy en día".

Es claro que no se trata solo de revisar, sino a continuación de corregir según los criterios del censor. Con la lavativa prescripta por las mentes inclusivas es posible que la Odisea quede casi toda excluida, reducida a algunos pasajes, como el de Nausicaa, que tiene fama de ser de los menos filosos de Homero. No obstante, la princesa caminaba de manera chocante rodeada de esclavas y su nombre significa "la que quema barcos", quizá porque los antiguos no tenían la piel tan fina como los hipermodernos. En todo caso, conocerlos como eran hasta donde es posible no debería estar cancelado.

Del Quijote se podría rescatar poco, porque un pueblo vital como el español suele ser tan tierno como áspero. La purga sería extensísima y el hidalgo debería recuperar la cordura antes de tiempo; el Fierro del poema nacional argentino quedaría convertido en clavelina y hablando en la jeringonza que propuso un conocido divulgador de filosofía.

La reacción contra la "cancelación" aplicada a la literatura en nombre de la sensibilidad posmoderna hizo que la editorial de los libros de Dahl diera marcha atrás con premura comercial, sobre todo porque las encuestas en Inglaterra indican que el peso de los inclusores está disminuyendo y sus exigencias son ahora menos tenidas en cuenta.

El caso de Dahl está lejos de ser único; el destino de sus libros: "Matilda", "Dany el campeón del mundo", "Charlie y la fábrica de chocolate" entre otros, ha sido similar a muchas otras obras, no sólo literarias, que han sufrido retoques o "cancelación", o que no serían viables si aparecieran, por lo que seguramente los autores preferirán "curarse en salud".

En resumen: lo que parecía el respeto a derechos de minorías o concesiones a la hipersensibilidad de algunos jóvenes, en los comienzos sobre todo estudiantes universitarios estadounidenses, se convirtió en un medio de censurar y coaccionar la creatividad.

Según el historiador español Pablo Pérez López, cuando las ideas de la publicidad comercial parecían agotadas, a fines de la década de los 50, recrudeció la "contracultura" en los Estados Unidos, sobre todo en la vanguardia californiana.

Y fueron los hippies, con su modo de enfrentar la cultura dominante, los que abrieron los ojos de los publicistas a posibilidades nuevas: hay que satisfacer los deseos de los hippies en la gente que aparentemente los rechaza pero en el fondo los envidia porque se han atrevido a lo que ellos no se atreven.

Resultó que una juventud idealista, como la hippy, dio lugar sin quererlo a un mundo más materialista que el que rechazaba. El sistema se los comió vivos, pero antes de terminarlos les vendió lo que quiso a ellos y a todos los que los veían con ambivalencia.

Para Pérez López, esta visión del negocio es la que explica que los hipermillonarios "filántropos" de hoy en día sean todos -en su aspecto público- partidarios de la nueva izquierda, aunque en privado siguen ocupados en aumentar el poder y acaparar su palanca dorada.

Cuando han desaparecido los principios, quedan los preceptos; es decir, las normas legales. La cultura posmoderna busca imponer en un mundo sin principios, si es preciso por la fuerza, preceptos legales que considera deben ser guía moral. Los "woke" son narcisistas infantiles, que piensan ante todo en sus propias satisfacciones.

Es necesario despertar el sentido crítico de sí mismo, cultivar la inteligencia, la apertura, la simpatía y el compromiso incondicional con la verdad.
De la Redacción de AIM.

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