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La industria del etanol sigue la lucha ante la nueva ley

Las fábricas que producen el biocombustible a base de maíz afirman que la baja del corte obligatorio las volverá inviables.

En los próximos días se puede concretar la sanción de una nueva ley de biocombustibles que no agrada para nada a las empresas productoras de etanol de maíz y que puede afectar negativamente a toda la cadena del cultivo. Se trata de un proyecto impulsado por Máximo Kirchner que, entre otras cosas, reduce el corte obligatorio de las naftas con etanol del 12 por ciento actual al nueve por ciento, y que además deja abierta la puerta para bajar aún más el corte exclusivamente con etanol de maíz, priorizando al de caña.

Ante esta situación, desde Maizar afirmaron que “esta situación no solo perjudica a quienes arriesgaron capital en la instalación de plantas de biocombustible, sino también a la gran cadena maicera que involucra a productores que aportan la materia prima, a ganaderos que compran el subproducto del bioetanol para alimentar a sus animales, y hasta a las empresas de bebidas carbonatadas”.

Una de las firmas que ven con preocupación cómo se pone en riesgo su inversión es ACABio, la fábrica de etanol de la Asociación de Cooperativas Argentinas en la localidad de Villa María, Córdoba. “Las políticas económicas siempre tienen que ser progresivas o de estanque, pero nunca de retroceso, y más cuando esto es también una política ambiental. Esta no es una ley de biocombustibles, es una ley de promoción de los combustibles fósiles”, dice visiblemente enojado Santiago Acquaroli, gerente de la planta de ACA, en diálogo con Clarín Rural, y detalla que en 2018 realizaron una inversión de 40 millones de dólares para ampliar su capacidad productiva un 70 por ciento, pasando de 170.000 a 270.000 metros cúbicos por año.

“Eso fue a riesgo y nunca imaginamos que podríamos reducir el corte en tres puntos, de los cuales dos puntos los pierden tres plantas: Promaiz, AcaBio y Vicentin. Cada punto representa aproximadamente entre 90.000 y 100.000 metros cúbicos”, explica.

Actualmente la planta de ACABio tiene un cupo fiscal de 125.000 metros cúbicos por año, genera 90 empleos directos, 35 indirectos e involucra a 200 transportistas todos los días. Además, consume unas 420.000 toneladas de maíz por año con las que produce etanol y sus derivados: burlanda, aceite, Ddgs y CO2.

“Esos tres puntos menos, con la demanda actual de biocombustible, le implicaría a ACABio trabajar tres o cuatro meses al año. Es imposible, de concretarse vamos a tener que hacer un ajuste muy importante. Intentaremos sostener la mano de obra todo lo posible, pero este es un proyecto que a nosotros nos torna inviables”, advierte Acquaroli.

ACABio forma parte de la Cámara de Bioetanol de Maíz, que reune a cinco plantas que tienen una capacidad instalada de 830.000 metros cúbicos anuales, en las cuales se invirtieron 550 millones de dólares, y abastece el 50 por ciento del alcohol destinado a la mezcla con las naftas. Según afirman, el sector genera más de 4800 empleos directos e indirectos en las provincias de Córdoba (Alejandro Roca, Villa María y Río Cuarto), Santa Fe (Avellaneda) y San Luis (Villa Mercedes).
Fuente: Clarín

biocombustibles industrias - empresas - economía

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