Allá por el año 960, los misioneros cristianos invadieron Escandinavia, y amenazaron a los vikingos: si persistían en sus paganas costumbres, iban a parar al Infierno, donde ardía el fuego eterno.
Los vikingos agradecieron la buena noticia. Ellos temblaban de frío, no de miedo.
Capítulo para el 28 de junio del libro Los hijos de los días de Eduardo Galeano.-