La catedral de Nuestra Señora de París, conocida como Notre Dame, es un templo milenario situado en la Isla de la Ciudad, una isla del Sena en el centro de la la capital francesa, que fue en la edad media uno de los tres sectores de París con la “ville” y la “université”.
La isla fue lugar de culto de celtas y romanos, que levantaron en ella un templo a Júpiter, que era Zeus, palabra de la que deriva el latín deus y el castellano “dios”.
Acaba de sufrir un incendio cuando estaba en reparaciones, como sucede con cierta frecuencia en templos antiguos debido sobre todo al uso abundante de la madera en la construcción.
El presidente de Francia, Manuel Macrón, prometió reconstruir el templo y dijo que para ello convocará a los mayores talentos y hará una colecta nacional e internacional, que ya lleva recaudados 700 millones de euros.
Notre Dame es un templo simbólico, convertido en centro turístico mundial cuando la cristiandad está desertando de Europa, donde algunas iglesias se convierten en museos por falta de fieles.
Comenzó a construirse en 1163 y tardó más de un siglo y medio en estar terminado. Hoy la Unesco lo considera patrimonio de la humanidad.
A diferencia de otros templos, a pesar de estar en un país tradicionalmente acusado de tibieza religiosa, Notre Dame ha conseguido mantener su vitalidad en sus 850 años de existencia. Sigue siendo un centro religioso y además un centro turístico visitado por unos 13 millones de personas por año.
Una de las muchas vicisitudes que ha sufrido el templo, quizá la más relevante, aconteció en el siglo XVIII, cuando los revolucionarios de 1789 lo saquearon y destruyeron. Causaron luego deterioros importantes al usarlo como almacén de alimentos. Además retiraron las campanas para hacer cañones con el metal fundido.
La diosa madre
No es meramente un templo cristiano: tiene una historia compleja que arranca en tiempos del imperio romano, cuando París se llamaba Lutecia y en amplias regiones de Europa se rendía culto a Isis, la diosa egipcia madre de Horus, que parece una prefiguración de Jesús.
Con mucha frecuencia, en los templos paganos dedicados a la diosa se levantaron los templos cristianos, como sobre las ruinas de los templos incas se alzaron los cristianos en el Incario. Como las creencias religiosas son muy tenaces, el clero se ocupó de que el culto a María no igualara al de dios, para impedir el regreso de una divinidad hembra. Los teólogos distinguieron rigurosamente el culto latéutrico, debido a dios, del culto dúlico debido a los santos y del hiperdúlico debido a María, Nuestra Señora, Notre Dame.
En esas distinciones de juristas se adivinaba la preocupación por el regreso de las deidades desplazadas por el cristianismo desde que Tertuliano lo convirtió en religión del Imperio.
El culto de la mujer fue impulsado con mucha fuerza por los templarios, en particular por el desconcertante fraile que redactó la regla de la orden militar: Bernardo de Claraval. Bernardo tuvo el propósito de elevar el culto femenino y lo hizo a través de María. Era una virgen negra, como había sido la Madre Tierra en tiempos remotos de Europa y como eran Isis, Cibeles y Deméter.
Los templarios eran conscientes del significado de la virgen. Descubrieron en el Nilo una isla donde se alzaba un templo. Allí se veneraba todavía en la edad media europea a Isis. Confirmaron sus puntos de vista sobre la diosa y los incorporaron a los símbolos que trajeron a Europa después de acompañar las cruzadas a Jerusalén.
Una versión, moderna solo en apariencia, insiste en que la virgen de los templarios, orden originada en Francia, no era María la madre de Jesús, sino María Magdalena, su principal discípula.
El clero, siempre dentro de su propósito de evitar el resurgimiento del culto pagano, convirtió a María Magdalena en una prostituta. La consideración de Magdalena ha cambiado desde el descubrimiento de su evangelio a fines del siglo XIX. Allí aparece como la discípula preferida de Jesús, pero cuestionada por ser mujer por Andrés y Pedro.
Nuestra Señora, el nombre del templo incendiado, puede referirse a la madre de Jesús, pero también a otras deidades hembras, a la virgen negra como la de Chestokowa, a la que rendía culto el papa polaco Juan Pablo II.
Todavía hoy, en enclaves donde se adoraba la virgen negra, se evoca a María Magdalena. Es posible que los templarios trataran de instalar un culto universal, volver a una religión ancestral que uniera a la humanidad y acabara con los conflictos.
Características de la catedral de Notre Dame
Notre Dame es el gran exponente del arte medieval europeo. Está llena de símbolos, no solo cristianos sino astrológicos y alquímicos
Algunos de estos símbolos, minuciosamente explicados por la teología pero también por alquimistas como Fulcanelli, están tan ocultos que hace evidente que los que los forjaron no pretendían que lo viera ojo humano: estaban seguros de que los vería dios, su verdadero destinatario
Notre Dame, nacida en tiempo de las cruzadas, es también el nacimiento del humanismo teológico y de una sensibilidad femenina que se hizo evidente en el culto caballeresco de la mujer y en la exaltación de una figura como Leonor de Aquitania. Por este camino, el mundo dejó de ser despreciable y peligrosa cosa del demonio para convertirse en manifestación de la divinidad.
En Notre Dame hay recursos arquitectónicos notables, que parecen imposibles si nos ligamos a la consideración de la edad media como ruda y oscura. El edificio tiene bóvedas de crucería, contrafuertes, arbotantes, vitrales y rosetones imposibles para una sociedad primitiva
La planta de Notre Dame tiene forma de cruz latina, es decir, una cruz formada por dos segmentos que se cortan en ángulo recto, donde el segmento menor tiene una proporción de tres cuartos respecto del más largo.
La nave principal tiene de un total 127 metros de largo y 48 de ancho. La nave transversal tiene 14 metros de ancho y 48 metros de longitud. Con su aguja derrumbada en el incendio la construcción alcanzaba una altura máxima de 96 metros. La superficie total es de 5500 m².
De la Redacción de AIM.