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Caleidoscopio
Caleidoscopio

Un ajuste, nada más

Desde hace medio siglo entró en retroceso en todo el mundo el llamado "estado de bienestar" que tuvo como modelo a las sociedades más evolucionadas del mundo y al resto como émulos.

Entonces los Estados Unidos y al Reino Unido encabezaron una reacción bajo el lema "no hay alternativa", y lo que hubo en adelante fueron ajuste tras ajuste, que hicieron perder poco a poco el bienestar que parecía un logro perdurable de la civilización occidental.

En los países periféricos creció la miseria y la marginalidad y las clases medias entraron en rápido retroceso, como está aconteciendo también en el centro.

Fueron expropiadas con políticas de "austeridad", ajustes y recortes presentados como virtuosos, cuyo resultado fue la ampliación de la "brecha" social entre una minoría cada vez más rica y el resto, para el que en efecto "no hay alternativa".

Algunos pseudociegos toman el efecto por la causa y entienden que es un problema moral que pretenden corregir mediante distintas variantes de la corrección ética y el restablecimiento de valores moribundos.

Los ajustes son necesarios como armas de una guerra ideológica. La lucha de clases, como reconoce el multimillonario estadounidense Warren Buffet -93 años y 120.000 millones de dólares- no se interrumpió nunca, solo de desplazó y se disimula ahora bajo los populismos, de izquierda y de derecha.

El compás de la lucha social y política lo marca ahora una oligarquía minoritaria de gente muy rica, como antes de la revolución francesa; pero mucho más poderosa, más rica y más extendida por el planeta, en plena posesión de un triunfo laborioso que al fin llegó.

No hay capitalismo popular ni adecentado ni dulcificado ni posibilidad de "humanizarlo": hay economía criminal disimulada y quienes participan del juego con la fantasía de mejorarlo poco a poco son criminales sin quererlo.

La tesis de que la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases fue atacada por el clero y los jerarcas de los Estados europeos desde que fue expuesta a mediados del siglo XIX; y luego, con más argumentos y cabeza ya un poco atreguada por los años, por liberales de diversos matices, que suelen atribuir a los adversarios los desajustes y desventuras de que ellos son los autores estelares.

La lucha de clases, como reconoce Warren, no se interrumpió nunca, solo se desplazó y se disimuló bajo los populismos. Hace poco el mismo Warren, miembro de la crema de la élite mundial, admitió quizá por chochez o quizá porque en la embriaguez del triunfo piense que ya no hay nada que ocultar, que hay clases y lucha de clases y la están ganando los ricos.

Buffet declaró a la prensa: “there’s class warfare, all right, but it’s my class, the rich class, that’s making war, and we’re winning". Traducido: "La lucha de clases existe, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que hace la guerra y la está ganando". Al pan, pan y el vino, vino.

Hijo y nieto de almaceneros
Warren Buffet es un "filántropo" estadounidense casi centenario, hijo y nieto de almaceneros, con una fortuna actual estimada como la segunda del mundo. Él mismo y los de su condición, como Bill Gates por ejemplo, son una variante posmoderna de la filantropía.

Esta palabra, que significa amor por la humanidad, hizo buena carrera política desde que resucitó con la Ilustración europea sobre todo en Inglaterra, donde los caballeros miembros de los clubes fraternos llevaban a los pobres sus limosnas con el nombre de “filantropía”, que evitaba el olor a cirio de “caridad”.

Han jugado públicamente con la idea de disminuir la población mundial a niveles de los tiempos de Descartes. El propósito es evitar la presión de las poblaciones autóctonas de los países pobres sobre los recursos naturales, que para ellos son reserva para las actividades económicas de los ricos. Cumplen con la definición de filántropo; aman a la humanidad, pero muerta.

Los oligarcas argentinos también dedicaron poemas, novelas y monumentos al gaucho, siempre que fuera gaucho muerto, porque al vivo había que convertirlo en peón de estancia o matarlo.

En 2008, la revista Forbes puso a Buffet como el hombre más rico del mundo y ahí se mantiene con subas y bajas momentáneas. Es integrante de un grupo de ocho personas que tienen la misma cantidad de dinero que la mitad más pobre de la población del mundo.

Reparto de dolor
Sobre este tema, un ministro español resumió la situación de desequilibrio a que hemos llegado y que empeora a medida que Warren y los suyos perfeccionan su victoria: "gobernar es repartir dolor", quizá haciendo referencia a los impuestos, que expropian la mitad de los ingresos de los pobres, al desempleo, la marginalidad, al hacinamiento en las ciudades, al costo de los servicios médicos y otras miserias del siglo.

La fauna liberal
Margaret Thatcher y Ronald Reagan adoptaron los consejos de Milton Friedman, que debutó en Sudamérica con Pinochet en Chile bajo la inspiración de otro centenario muerto recientemente, Henry Kissinger. La frase "no hay alternativa" se transmutó en la Argentina mediante la fácil alquimia del poder en "no hay plata".

Con ella están de acuerdo los neoliberales, ordoliberales, socialistas de mercado, austríacos, capitalistas libertarios, anarcocapitalistas, paleocapitalistas, etc; en suma una variada fauna de ideólogos formados en "think tanks" de los países ricos.

Se trata de un determinismo impuesto por el poder en base al darwinismo social usado con fines criminales por sociólogos, economistas y políticos de todo el mundo, deseosos de hacer carrera al amparo del poder.

Ese determinismo está a la vista en la doctrina del neoliberalismo, que sigue contestando con un sencillo “no hay alternativa” a los reclamos de ciudadanos y súbditos desorientados y temerosos. Los pedidos de ayuda, a veces gritos, dirigidos al poder político -auxiliar del económico- son devueltos como hicieron los nazis con un sencillo “destinatario desconocido”.

Los nazis, cuando habían lanzado la persecución de los opositores en Alemania, solían devolver las cartas dirigidas a ellos desde el extranjero con la leyenda impresa con un sello: "Adressat unbekannt", vale decir: "destinatario desconocido", lo que equivalía a muerto.

Ni el nombre
Y es desconocido porque a los vencidos apenas se les reconoce el nombre, que en los comienzos de la modernidad fue impuesto por el poder entonces en ciernes para poder cobrar impuestos con más facilidad. Hoy cada uno de nosotros aparece en la pantalla las computadoras inmediatamente con nombre, apellido, dirección, documento, cuit o cuil y todos los datos necesarios para mantenerlo bajo control.

El hambre de los banqueros
El capitalismo provoca burbujas, como llama a las crisis especulativas donde todo parece volar por el aire. Cuando la especulación estalla, salvan a los bancos.

En 2008 les entregaron dólares que suficientes para eliminar el hambre del mundo durante cinco siglos, según cálculos de la FAO.

Los bancos alimentaron su propia gula sin dejar caer una moneda en el patio de los hambrientos. Para curarse en salud cuando se sintieron a salvo prometieron no incurrir más en préstamos "basura" para especular con viviendas y suspendieron los créditos.

El resultado fue el derrumbe de la actividad económica, que sin créditos no subsiste y otra crisis del capitalismo, que suele recuperarse para reemprender la carrera al abismo con más fuerza.
De la Redacción de AIM.

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